viernes, 12 de julio de 2013

Lo inesperado - O inesperado - Capítulo 3

¡¡¡¡Quieto ahí, lector curioso!!!! ¿Has leído los capítulos 1 y 2?, Si la respuesta es no, (o si te apetece refrescar) deberías de pinchar estos links antes de seguir:



 Lo inesperado - O inesperado - Capítulo 3 

Programó su alarma para las 08:00 y se dispuso a dormir. El sueño se tomó su tiempo, pero finalmente llegó, y durmió, durmió como sólo los corazones inquietos saben hacerlo: moviéndose agitados, saltando, peleando con las sábanas . . .

Cuando él le dijo “Despierta mi reina” en su alarma, ella ya estaba despierta, pero le gustaba escuchar su voz cariñosa para empezar el día. Fue a darse una ducha rápida y se vistió. Escogió unos pantalones negros, una blusa roja con la que se sentía especialmente vital, y aquellos maravillosos zapatos rojos que se compró en el Iguatemí.

Guardó en su bolso la tarjeta del hotel, la nota y la llave y ya a punto de cerrar la puerta dijo: -¡Adios casa, cuídate!- Decididamente, algo la estaba pasando, sólo se despedía así cuando se iba de viaje, y sólo iba a hacer unos pocos kilómetros y pasar la mañana fuera, ¿sería que su subconsciente sabía algo que ella ignoraba?


Adoraba esa carretera, bajar a la playa por esa ruta siempre era delicioso, por mucho que aquellas vueltas y revueltas hicieran más largo el recorrido, asomarse al mar desde lo alto de la Sierra intentando descubrirlo entre la tupida vegetación era sencillamente maravilloso. Una vez en la costa, dirección sur, unos pocos kilómetros más y allí se levantaba bello y sereno el Hotel Victoria Amazónica, destacando entre la vegetación.

Había llegado, aparcó y volvió a sobrecogerse con la vista de aquellos maravillosos jardines que tan bien recordaba ¡Cómo olvidarlos! . Se dirigió a la puerta principal y entró. El hall seguía siendo ese lugar misterioso y delicado que recordaba, con luces y penumbras que ayudaban a mantener su frescor.


Cuando un empleado del hotel se dirigió a ella, abrió su bolso y le mostró la llave. Él le indicó el camino del ascensor y la acompañó hasta la puerta y allí con una enorme sonrisa le dijo -"Planta tercera”-. Entró y pulsó el botón, mientras pensaba en lo peculiar de la sonrisa del botones: ¿maliciosa? ¿divertida? ¿cómplice? No supo encontrar el adjetivo adecuado, pero desde luego algo escondía . . .

Al salir del ascensor, escogió el pasillo “Impares” y fue recorriéndolo lentamente . . . "327-325-323-321-319" . . . y justo en el recodo “317”. Había llegado. Su corazón empezaba a acostumbrarse a ese ritmo frenético con el que latía en las últimas horas, pero ya estaba allí. Podía darse la vuelta, aún estaba a tiempo, correr hasta el ascensor y volver por donde había venido. Pero ya que estaba allí podía echar un vistazo, seguro que todo era una broma de dudoso gusto, pero ¿y si no lo era?

Una vocecilla interior la estaba avisando, (la misma que dijo adiós casa, cuídate) le advertía: “Tu vida no volverá a ser la misma cuando abras esa puerta, ¿estás lista reina?” 

Y mientras asentía con la cabeza, metió la llave en la cerradura,  la giró y cogió aire, una vez más, empujó la puerta suavemente, y cuando entró en la habitación, no pudo contener la emoción, allí ante sus ojos había una reproducción exacta del bungalow, aquel fantástico bungalow en el que fue tan feliz... 

(. . . continuará . . .)

Pôs seu alarme para as 08:00 horas e dispôs-se a dormir. O sonho levou um tempo para chegar, mas ao fim chegou. Dormiu como só os corações inquietos sabem: pulando, mexendo, brigando com os lençóis.

Quando ele falou "Acorda minha rainha" em seu alarme, ela já estava acordada. Foi a tomar um banho apressado. Escolheu umas calças pretas, uma blusinha vermelha e aqueles sapatos vermelhos que comprou no Iguatemi. Guardou na sua bolsa o cartão do hotel, o bilhetinho e a chave e foi para seu carro.

Dirigiu até a praia e estacionou na entrada do Hotel. Como esquecer aqueles jardins . . . Entrou, um moço dirigiu-se a ela, mostrou para ele sua chave, e ele indicou onde ficava o elevador. Percorreu o corredor, e finalmente chegou à porta do quarto 317 . . . -"Ainda posso dar um passo atrás e ir embora"- pensou- "Mas também posso dar uma olhadinha, afinal de contas já estou aqui"

Enfiou a chave na fechadura e girou lentamente, enquanto seu coração batia com força em seu peito . . . abriu a porta e entrou . . . quando entrou no quarto não pôde conter a emoção, era uma reprodução exata do bungalow, daquele fantástico bungalow onde foi tão feliz . . .



3 comentarios:

  1. A la espera, tic, tac, tic, tac. Macu.

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  2. me tienes en ascuas guapa. Olga

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  3. Calma chicas, que estamos todas igual, jajaja, y eso que el otro día durante la parte del viaje que hice sola, le di un buen empujón a la historia, en mi cabeza al menos, ya sólo queda desarrollar y escribir...

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