sábado, 28 de julio de 2018

MiniRelatos 3

Historias de desamor ¿O de amor?


- Ya no me miras como antes . . .

- Es verdad ahora mis ojos ven menos, por eso a veces lucen tristes.

- Ya, pero yo necesito que me mires más y mejor, tampoco yo me siento como antes . . .

- Puedo mirarte más, aunque no necesito hacerlo, tengo tu imagen fija en mi retina y en mi corazón.

- ¿Y mejor?

- No puedo mirarte mejor, la imagen que mi  cerebro y mi corazón albergan de ti, no puede mejorar. Siempre a punto siempre con la disposición correcta, siempre mirando por y para mí, siempre a mi lado.

- Ya, pero ¿Y ahora?

- Ahora y siempre, hace mucho que decidimos compartir espacios y ahí seguimos. Cambiará el escenario pero tú seguirás estando ahí, a mi lado.




jueves, 26 de julio de 2018

Me estoy haciendo mayor


Aunque no sé si lo suficiente


Estoy comiendo en uno de los restaurantes de la Malvarrosa y con el riquísimo arroz a banda, la maravillosa brisa (es casi viento), mi segundo tinto de verano y la promesa de otros baños, otros ratos de sol en la arena, el café que me traerán un día de estos, en fin todo debería ser perfecto, pero . . .


Pero no debería saber que el niño chillón de la mesa de al lado se llama Álvaro (hasta que le borren el nombre), que Valeria está haciendo guarrerías con la comida en la mesa de enfrente. Qué podemos jugar al pilla-pilla alrededor de mi mesa y ¡No pasa nada!

Yo también he sido niña, y también he sido madre de unos hijos a los que no se ha consentido molestar indiscriminadamente a los demás. ¡Cuántas comidas he hecho yo en nuestro apartamento alquilado de la playa porque el padre de las criaturas llevaba fatal reprender a los niños en restaurantes . . .

En fin, podéis llamarme intolerante, pero tengo poca paciencia para aguantar a los críos maleducados de los demás.

En realidad tengo poca tolerancia con la mala educación de críos, de adultos chillones, de mirones descarados en la playa, de chonis poligoneras, de españoles y de extranjeros, de los que nos imponen su música y de los que hablan como si al mundo en pleno le interesara lo que tienen que contar.


Pues eso, que me estoy haciendo mayor, pero no lo suficiente, a lo mejor luego me hacen abuela y me vuelvo tan permisiva y maleducada como tantas, o no . . .

martes, 24 de julio de 2018

Soy mujer de puertas entornadas

¿Dónde están las llaves?


Escribir en el teléfono es siempre más lento y complicado, pero mi portátil se ha quedado en Madrid, por decisión propia, nos hemos dado un tiempo . . .

En fin, hablaba con una amiga hace un rato sobre la necesidad de hacer limpia en las agendas de vez en cuando y me decía que "menuda soy yo haciendo limpias" y me ha dejado pensando.

No es verdad, me cuesta mucho sacar a la gente de mi vida, mucho y permito que se queden aunque no tenga sentido su permanencia porque dejarlos fuera me parece algo parecido a asumir un fracaso.

Hay mucha gente en mi agenda que no tiene sentido que estén, no nos une nada, no tenemos trato alguno, hace mucho que no aportan nada a mi vida, si es que lo aportaron alguna vez, pero tengo reticencias a cerrar mis puertas, me gustan las puertas entornadas.  Aunque muchas veces sirvan sólo para que por las rendijas se cuelen cosas no deseadas, en forma de recuerdos, o peticiones insospechadas, y a veces hasta caigo como la incauta que no me gusta ser.

Después los interfectos o interfectas encima van y cierran la puerta ellos con mucha dignidad y me jode, porque son puertas que debería haber cerrado yo y así me dolería menos y no se me quedaria la cara de boba que se me pone a veces.


Eso sí, entonces aprovecho, cojo las llaves y echo dos vueltas. El primer paso lo dan ellos, pero el definitivo lo doy yo.

sábado, 14 de julio de 2018

Como convertir un sitio agradable en un lugar especial

O incluso mágico


Todos hemos visitado alguna vez lugares que nos han gustado a primera vista, en los que nos hemos sentido bien desde el minuto uno. No necesitan ser sitios espectaculares, basta con que nos sean gratos. Esos espacios en los que inmediatamente piensas en alguien, y en cuando . . .

Ayer, estuve yo en uno de esos sitios míos, un parque, tengo debilidad con los parques. 

Los parques son como yo, sitios llenos de vida, cambiantes, que se reinventan en cada estación, que asumen el paso de los años, que a veces se agostan para luego volver a reverdecer, que se quedan quietos esperando que pase el invierno, para brotar con más fuerza. Que se adaptan a las estructuras que marcan sus caminos interiores, y sus vallas exteriores. Que se dejan ayudar cuando necesitan regenerarse, tras alguna experiencia devastadora; que se muestran misteriosos bajo las luces eléctricas; brillantes bajo cielos cubiertos y radiantes y cálidos en los días soleados. Si, me gustan los parques urbanos, porque son como yo, o yo como ellos . . .

Y ahora os cuento mi secreto para convertir un lugar guay en un sitio especial, y hasta mágico: PERSONALIZARLO.

Llenarle de vida, de experiencias, fotografiarlo y compartir las fotos, pasearlo en cualquier época del año, y sobre todo COMPARTIRLO. 



Llevar a todos los que merezcan la pena a disfrutarlo contigo, porque aunque después continúen, o no, en tu vida, dejarán su impronta, y con esa cualidad que tenemos (la mayoría de) los humanos de recordar las cosas buenas, conseguirás que en cada rincón te asalte una buena sensación, un buen recuerdo, y cada visita a ese sitio se convertirá en una experiencia sensorial perfecta:

Aquí nos comimos unas ciruelas, aquí preparé aquella exposición oral en portugués; por estas pistas corre él; por estas avenidas paseamos cogidos de la mano, en estos bancos sombreados charlamos, mientras nos mirábamos intensamente como anticipo de lo que vendría después. 





Esas flores cambiantes, esos olivos viejos, esas coloridas fuentes ahora dormidas, esos paseos rectos y los sinuosos también, todos ellos han sido testigos de muchos momentos dichosos, por eso, en cuanto tengo la más mínima oportunidad vuelvo al Parque de Santander, me impregno de sus aromas, de sus voces, de los recuerdos que emana, y SIEMPRE salgo reconciliada con el mundo.
  

Todos sabéis quienes sois . . . Así que sólo daros las gracias por ayudarme a convertir este lugar en un lugar mágico, ya sabéis que yo necesito poner magia en mi vida, tanto como respirar.