viernes, 7 de agosto de 2015

Mis esenciales. Parte V. Caminar

Un pie primero, y el otro después . . .

¡Quién me lo iba a decir a mi! 

Siempre he caminado. He caminado mucho en mi vida, por distintas razones.

Como medio de transporte. Hubo un tiempo en que viviendo en Zarzaquemada, con mi escasa asignación semanal no me daba para pagarme el bus para subir a Leganés a ver a mis amigos, así que a caminar.

Luego empecé a trabajar: Desde el principio, mi trabajo incluía patearme calles, mercados y polígonos industriales, pertrechada de plano y carpeta, una visita tras otra. 

A veces he caminado por amor, sin más.  ¡Esos largos paseos de la mano de tu enamorado en los atardeceres o en los inviernos donde refugiar las manos juntas en el bolsillo del abrigo de alguno de los dos.

He caminado por ocio. Siempre me ha parecido la mejor manera de conocer una ciudad, pateársela de cabo a rabo, con un plano mil veces plegado en el bolso con los círculos que te pintó el señor que te atendió en la oficina de turismo justo antes de preguntarte de donde procedías, e incorporarte en sus estadísticas. 

Pero hace 4 años empecé a caminar por puro placer. Y desde entonces no he dejado de hacerlo, se ha convertido en uno de "mis esenciales" por derecho propio. Los que me conocéis hace uno, dos o tres años lo dais por sentado, que camino, que no fumo, que hago fotos, que me gustan las aves, ¿a qué si? Pero los que me conocéis de antes sabéis que todos esos esenciales hoy, no formaban parte de mi vida antes. Otro día abordaré lo de los cambios en la vida. hoy toca hablar de caminar.

El 5 de abril de 2011 el Dr. Cimas me hizo un "obrón" en el pie izquierdo, rompiéndome de manera civilizada y ordenada los 4 dedos del pie, que no me había roto hasta entonces. 





Por esas fechas inauguraron el inacabado parque Madrid Rio, (Inauguración Madrid Río). Había elecciones municipales el 22 de mayo, y yo me tenía que contentar con que me lo contaran los que venían a visitarme o con las imágenes de la televisión, así que estaba ansiosa por bajar. 



En cuanto pude, con una bolsa de plástico colgada de una de las muletas, en la que llevar un libro, las llaves de casa y poco más, empecé a bajar a la fuente de enfrente de mi casa, pensé que para leer sola en mi salón, lo haría más "acompañada" en el parque. Coincidió un momento de mi vida en el que necesitaba conocer gente, renovar mi agenda y encontrar compañer@s de actividades, y decidí que el parque era un buen comienzo.


Cuando conseguí dejar las muletas en casa, con mi zapato rígido, eso sí, empecé a dar pequeños paseos, cada día un poquito más largos. El día que llegué hasta el Puente de Toledo (unos 750 metros) casi salto de alegría, pero no podía saltar, así que me senté a descansar y a leer en uno de los puntos de lectura favoritos del parque y luego emprendí el regreso. Enseguida fue a más, en un visto y no visto ya llegué a la preciosa pasarela de Andorra. Luego establecí un nuevo punto de lectura frente a la presa 6, y en otro par de semanas más leía junto a la ermita de Virgen del Puerto, el puente de Segovia (3+3 kms) ya era mío.















Cambié mis libros pequeñitos por "Un mundo sin fin" (Ken Follett) y empecé a pensar que mi mundo no tenía fin, que podía ir exactamente a donde quisiera caminando, tanto en el sentido literal de la palabra, como en el metafórico, vi que es sólo cuestión de dar un paso y después otro . . .


El Puente de los Franceses (6+6) se había convertido en ese momento en mi sueño, me sonaba de los carteles cuando salías de Madrid, y de los noticieros de la radio hablando de atascos, pero poco más. El 31 de mayo ya me dieron permiso para conducir y a mediados de junio me reincorporé al trabajo, así que tuvo que esperar. Por fin, el 26 de Agosto, tempranito me pertreché de mochila, cámara de fotos, crema solar y agua y me puse en camino, aquella primera vez tardé casi dos horas (ayer lo hice en poco más de una). 








Desde entonces, se ha convertido en mi peregrinación anual, a fin de cuentas no todas las peregrinaciones han de tener connotaciones religiosas, ni hay que irse a Santiago para hacer el camino. Tu camino está allí donde un paso tras otro, te escuchas, piensas, cantas, sonríes, recuerdas o sueñas, y por supuesto como es verano, sudas. Cuando acabas y te sueltas el pelo (las que podemos) tienes esa sensación de que lo has logrado, una vez más. Eso te hace sentir que todo es posible, que lo que soñabas desde tu banco en el "patio de tu casa" estaba allí, al final del camino, esperándote y que sólo tuviste que aguardar para estar lista e ir y disfrutarlo. 


Me gusta pensar que todo en la vida, puede ser así, en algunas cosas tardamos semanas, en otras meses, y en otras años, en algunas llevamos empeñados media vida, pero a lo mejor es que aún no ha llegado nuestro momento . . .

Durante esas caminatas que me ocuparon desde la primavera de 2011, hasta que en abril de 2012, me compré la cámara reflex, solía llevar mi cámara compacta en la mochila, y tengo atesoradas más de 400 fotos de todos los rincones del parque: antes de que lo terminaran, con las flores de primavera, las playas en verano o los toboganes en otoño, cuando por fin me pude subir a ellos. He escogido algunas para ilustrar estas reflexiones, y estoy contenta con ellas, ahora hago otro tipo de fotografía, pero eso, también, es parte de mi camino. . . 




1 comentario:

  1. al igual que el poeta vas haciendo caminos ellos te ayudan a pensar y a soportar las contrariedades de la vida disfruta de tu ocio .

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