domingo, 8 de abril de 2018

Un café con pastas

El desconcierto


No se me da mal lidiar con los sentimientos, con los propios y con los ajenos, expresarlos es algo más difícil pero en ello estamos . . . 

Si no fuera porque el concepto de "empatía" ya me resulta un poco manido, diría que es algo que tiendo a sentir, y cuando no, lo suplo con mi absoluto respeto por cosas en las que no creo, pero entiendo que para otros sean importantes, tampoco como pimientos fritos, pero entiendo que a otros les vuelvan locos.

No obstante hay dos o tres emociones que no gestiono bien.

Una de las emociones que gestiono mal es la decepción, ya hablé de ello hace tiempo:


Otra de las cosas que gestiono mal es el sentimiento que me generan los integristas. No soporto el integrismo, de cualquier tipo, no aguanto a los proselitistas que se pasan la vida barriendo para casa. Yo creo en lo que creo y eso pertenece a una esfera muy personal que comparto como y cuando deseo. Si yo no te intento llevar a mi huerto, por favor no me intentes llevar al tuyo. Yo voy a respetar tus creencias, tu estilo de vida, tus elecciones alimenticias, tus preferencias amorosas, pero por favor no me vengas a imponer las bondades de tu estilo de vida, es TU estilo, no el mío.

Y por último (de momento), gestiono fatal el desconcierto. El desconcierto que me generan determinados comportamientos de personas, que marcan una trayectoria, sobre los que se podría trazar una gráfica, y que de repente, hacen un trasquilón injustificado o abandonan los ejes, sin más, sin mediar justificación alguna. Siempre me dejan pensando donde empezó el cambio, que hice o dejé de hacer con anterioridad para generar esa perturbación que cambió todo, cuanto había de verdad o de mentira en todo lo anterior, todo ese desconcierto . . . 

Me siento como si hubiera invitado a mi casa a alguien a tomar el aperitivo y hubiera preparado vino blanco fresco, vino tinto del tiempo, cervezas nacionales y de importación, agua con y sin gas, vermut, patatas, aceitunas, mejillones en escabeche, queso manchego, etc. en un alarde de complacer y agradar y cuando ese alguien llegara a mi casa y le preguntara cortésmente:



      -¿Qué te apetece tomar?  



Me contestara: 


      - Un café con pastas.

1 comentario:

  1. Gestionar las emociones es lo que más cuesta en la vida, pero ya no tenemos edad para ciertas frustraciones, aunque no sé qué me da, que cuanto mayor somos más duelen las decepciones.

    ResponderEliminar

Este blog se alimenta de un espíritu lúdico, amistoso y de buen rollo, si has aterrizado por aqui, por alguna razón y no son éstos los parámetros que nutren tu vida, dale a siguiente blog, por favor. Gracias,
Está optimizado para Chrome, por lo que puede dar algún problema en otros navegadores, especialmente en móviles (puedes ver la "versión web").