lunes, 27 de marzo de 2017

Al santo que no me quiera

Al santo que no me quiera, con no rezarle ya tengo


Infelizmente la frase no es mía, ni siquiera  recuerdo donde la leí, así que mi agradecimiento a su desconocido autor vaya por delante.

La frase no es mía, pero el sentimiento si. Es otro de esos aprendizajes al que me ha costado mucho esfuerzo llegar, ya lo tengo casi dominado, aunque a veces tengo pequeñas recaídas.

Siempre me ha costado despedirme, siempre me cuesta decir que no, siempre me resisto a abandonar, porque no quiero acusarme a mi misma de falta de tesón, voluntad o interés, pero nuevos tiempos requieren nuevos aprendizajes y nuevas tácticas.

En un mundo cambiante en el que tenemos muchos más estímulos que tiempo para atenderlos hay que aprender a filtrar, empiezas por los artículos y libros que lees, los blogs que sigues, las aficiones que cultivas y te vas reciclando. Algunas cosas las aparcas, otras las embalsamas y otras definitivamente las abandonas. Hasta aquí todo es más o menos fácil, es sólo cuestión de plantearte qué y cuando, algunas simplemente acontecen, sin que tomes una decisión al respecto de manera consciente.

El problema se plantea cuando extrapolas esta conducta y una vez en orden tu almacén de cosas materiales o no, te da por atacar el almacén de los sentimientos y de las personas. Ese es mucho más difícil de gestionar. 

Porque hay personas que siempre han estado y estarán en tu vida de una u otra manera. Pero también hay personas que forman parte de ella de manera temporal y con distintas intensidades, y luego están los vendedores de humo, que son muy prácticos a la hora de hacer ahumados, distinguir la paja del grano es complicado . . . 

Por otra parte sabes que no puedes obligar a nadie a formar parte de tu vida, y mucho menos con los papeles que tú asignes, esto no es un teatro en el que tú eres el director y los demás son actores a tus órdenes, ellos podrían sentir lo mismo en sus propios escenarios y orquestar tu actuación.

Hay que entenderlo como una obra coral en la que los actores entran y salen de escena a su criterio, e interpretan su papel con la intensidad y el tiempo que desean e interactúan contigo en lo que dura la obra . . . 

Tú puedes desear que reaparezcan en tu escena, que tengan sus frasecillas cada día, que sean actores principales, y reservarles un camerino siempre a su disposición, pero no puedes supeditar el desarrollo de la obra a que vuelvan a aparecer cuando deciden alejarse . . .

Show must go on!!!  Si algún día deciden volver al mundo de tu teatro, ya pensarás entonces si hay un papel para ellos, pero mientras tanto, ni una página en blanco más, que diría Manolo García. Has de continuar representando tu obra, la que haces crecer cada día y dirigir tus esfuerzos a construir nuevos comienzos sin malgastar energías en proyectos agotados, y pensar que fue tu elección, y que al santo que no te quiera, con no rezarle ya tienes . . . .

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